José Santiago Vargas recibe el XII Premio Prudencio Uzar por la mejor labor social en 2017 José Santiago Vargas recibe el XII Premio Prudencio Uzar por la mejor labor social en 2017
  En la noche del pasado sábado 18 de febrero se celebró la tradicional Cena de Hermandad de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús... José Santiago Vargas recibe el XII Premio Prudencio Uzar por la mejor labor social en 2017

 

En la noche del pasado sábado 18 de febrero se celebró la tradicional Cena de Hermandad de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Valle y María Santísima de la Amargura en la Sala La Abadía del Multicentro La Manzana de Adán con asistencia de 180 invitados, que arroparon a José Santiago Vargas, quien recibió el XII Premio Prudencio Uzar a la mejor labor social en 2017.

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A instancias del anterior Hermano Mayor, Don Antonio Aguilar Redondo, y con el visto bueno del Hermano Mayor electo, D. Miguel Muñoz Egea, la junta de gobierno de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Valle y María Santísima de la Amargura de Lucena aprobaba por unanimidad de los miembros presentes el pasado 28 de junio de 2016 otorgar el XII Premio Prudencio Uzar a la mejor labor social en el ejercicio 2017 al veterano  empresario Don José Santiago Vargas.

 

Para tal distinción, los miembros de la Cofradía del Valle valoraban de manera muy positiva los grandes gestos de humanidad y generosidad, de la que siempre ha hecho gala el galardonado, José Santiago Vargas, quien de manera silenciosa y austera, pero  ayudado siempre por muchos y buenos empresarios y amigos de Lucena, con los que todos los miércoles se reúne para almorzar y hablar sobre la actualidad empresarial y social de nuestra ciudad, ha puesto muchos granos de arena a lo largo de su longeva vida para mitigar la pobreza no sólo en Lucena sino en el Tercer Mundo.

 

José Santiago Vargas vino al mundo  en la pequeña localidad jiennense de Jódar en 1.931, por lo que cuenta con 86 años y fue el tercero de siete hermanos de la familia compuesta por Pedro Santiago y Antonia Vargas, quienes decidieron emigrar a Lucena en la década de los 50 para instalar una fábrica de capachos para la floreciente industria del aceite de oliva que sustentaba a nuestra población por aquel tiempo difícil de la postguerra.

 

Con la clausura de aquel negocio familiar, José Santiago a temprana edad tuvo que buscarse la vida por su cuenta tras estar un año trabajando como comercial de la extinta empresa Garve, un almacén de maderas situado en la Avenida del Parque, junto a Cayma, que fue el germen de lo que después sería la gran industria del mueble de Lucena.

 

El galardonado, que ya tenía una novia lucentina, llamada Andrea Peláez, con la que se casó cuando tenía 26 años, comenzó a representar distintas casas de ferretería en su inolvidable Seat 600, con un crecimiento vertiginoso de sus ventas de ahí que en apenas tres años pasó de un pequeño almacén que le suministró su suegro en la Plaza de Aguilar, hasta otros locales alquilados  en las calles Arévalo y Ancha. Como el negocio crecía y crecía, finalmente compró unas buenas instalaciones en el Llano de las Tinajerías a sus buenos amigos de Delgado y Ávila, donde asentó los cimientos de una buena ferretería, que aderezó con la venta de maquinaria para la madera.

 

En los 70 su negocio necesitaba más espacio para dar servicio no sólo a sus muchos clientes de Lucena, sino de toda Andalucía, Extremadura y Castilla La Mancha, por lo que se trasladó a la Avenida del Parque, donde sin duda consolidó  una gran empresa del sector de la madera y ferretería.

 

Finalmente, la empresa de José Santiago Vargas se trasladó al Polígono Pilar de la Dehesa a principios del siglo XXI para dar a su clientela un servicio personalizado y variado en los gremios de la ferretería, maquinaria y bricolaje.

 

Aún cuando lleva jubilado algunos años, su inquietud profesional hace que a diario se levante pensando en su negocio, que ahora regentan sus cuatro hijos, María del Carmen, Pedro, Alberto y Elisa Santiago Peláez, al igual que en sus fascinantes recorridos por los inigualables campos de olivar de Lucena, que le hacen recordar inevitablemente sus reminiscencias agrícolas en su siempre  recordada tierra de Jódar.

 

José Santiago Vargas, que es un ejemplar lucentino de adopción y convicción, no sólo ha sido un líder empresarial, sino que ese rango también lo ha traslado a su vida familiar y social.

 

 

Al igual que ayudó a muchos empresarios lucentinos a dar sus primeros pinitos, cuando estos no tenían financiación ni recursos, José Santiago Vargas ha sido un gran siervo de Dios en la tierra, ayudando a los más desfavorecidos con excelentes obras de misericordia y caridad.

 

José Santiago Vargas es  el artífice de una caridad compartida y agradecida junto a su gran grupo de amigos, que volvemos a insistir, de manera silenciosa, siempre focalizaban sus esfuerzos en ayudar por ejemplo a nuestro Samaritano del Valle, Prudencio Uzar, en su Residencia de Jesús Abandonado, donde las necesidades eran extremas para gente sin techo y sin recursos económicos.

 

Pero la obra de caridad cristiana del galardonado también se abría a las distintas Cáritas de Lucena, cuyos responsables han visto con excelentes ojos que el XII Premio Prudencio Uzar recaiga en el bueno de José Santiago Vargas, quien, por cierto, también ha participado con otros 5 empresarios lucentinos, en una gran misión humanitaria en Perú. En aquel país americano, en el que hoy está mentorizando la fe cristiana nuestro sacerdote lucentino, Don Francisco Delgado, estos emprendedores de Lucena secundaron la Asociación creada por un periodista español hasta crear un colegio llamado Virgen de Araceli, donde alimentan y educan a más de 600 niños pobres y sin familia.

 

Por todas estas razones, la Junta de Gobierno de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Valle y María Santísima de la Amargura ha tenido a bien otorgar el XII Premio Prudencio Uzar a la mejor labor social para el año 2017 a Don José Santiago Vargas, un sobresaliente esposo, padre, abuelo, empresario y cristiano, que ha hecho mucho y bien por la sociedad en la que ha vivido, de la que ha recibido tanto, pero ha aportado más.

 

 

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